(Noviembre 02, 2024) Enfrentar la muerte de un ser querido, un familiar cercano es con certeza una de las experiencias más difíciles que cualquiera de nosotros puede vivir. La muerte en sí misma ya es una realidad que nadie quiere encarar. Peor aún si la vive alguien a quién amamos profundamente.
Experimentar la pérdida de un esposo (a), hijos, padres o amigos cercanos es algo que no deseo para nadie. Lo he vivido en carne propia y no deja de ser un recuerdo cargada de muchas emociones encontradas.
Sin embargo, es un hecho que debemos aprender a aceptar y trabajarlo para superar y seguir adelante con nuestras vidas. No decir simplemente: "El tiempo cura todo". Eso es una mentira. Debemos "trabajar" ese sufrimiento y no dejarlo "enterrado" en el corazón. Reconocer los cambios profundos que trae a nuestras vidas, aprender a reubicar emocionalmente el ser querido fallecido y aprender a vivir nuevamente sin esa persona querida al costado.
Por supuesto que la fe y la esperanza cristiana pueden ayudar muchísimo a atravesar ese dolor y sufrimiento con la ayuda de Dios, y, aunque eso no nos quite la experiencia de tristeza, nos puede dar un aliento puesto que sabemos que existe la Vida Eterna, y confiamos en la Misericordia del Señor.
Bueno... mejor les dejo que vean mi testimonio, y si les ayuda, compártanlo con sus amigos. Creo que muchos hemos vivido esa experiencia.
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