(Setiembre 26, 2023) La educación de los hijos es un reto y desafío para todos los padres de familia. Todos quieren que sus hijos sean felices. Los padres quieren que sepan ser responsables, autónomos y capaces de asumir su vida de modo comprometido. Que aprendan a descubrir su futuro proyecto de vida. Todo eso implica principalmente papás involucrados con la formación de sus hijos. Los padres son los primeros y principales educadores de los hijos. Mucho más que los colegios, los padres transmiten ese amor de una forma que nadie más lo puede hacer. La relación que establece la mamá desde la más tierna edad, y la seguridad que le da su padre cuando empieza a exigirle que busque siempre su mejor rendimiento, son piezas claves para el desarrollo amónico de su identidad personal.
Infelizmente, hay que decir que vivimos una cultura en la que vemos cada vez más familias divididas, en las que los hijos usualmente ven muy poco a sus papás y no reciben ese cariño y afecto que tanto necesitan. Hoy en día se sabe muy bien que la relación afectiva que establecen los papás con sus hijos es el factor decisivo para el sano desarrollo del carácter y personalidad de los niños. La dimensión cognitiva, la formación de la voluntad son aspectos fundamentales, que no pueden dejar de estar presentes en su educación, pero la afectividad es el filtro con el que los chicos se relacionan consigo mismos, con el mundo y con todos los demás.
Por eso los papás tienen que comprender que es fundamental ponerles límites y parámetros claros que, lejos de ser rigideces o una forma cuadriculada de enseñar y desarrollar a los infantes, es una escuela segura que le da a los niños una senda segura por la cual caminar. Saber decirles "no" cuando sea necesario es fundamental para que sepan conocer los límites y así sean capaces en el futuro de auto dominarse y optar por lo que es bueno para su propio desarrollo. Los padres deben preparar los hijos para la vida y no al revés. Tristemente vemos a muchos padres que, en el afán de hacerlos felices a sus hijos le consienten todo tipo de caprichos o deseos, que lejos de formarlos para el futuro, van creando pequeños emperadores, que no serán capaces de medir las consecuencias de sus actos, acostumbrados a que todo gire a su alrededor.
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