Todos queremos aprender cómo ser felices, ¿no? Cuando hablamos de felicidad, hay dos afirmaciones de Monseñor Munilla que me han cautivado y siempre llevo en mi corazón: «Es mejor cargar nuestra cruz abrazado de la Cruz de Jesucristo que vivir solos arrastrando la propia cruz».

La otra frase es esta: «La santidad es el zapatito de cristal para nuestra felicidad». Dichos más, dichos menos, lo cierto es que, para nosotros los cristianos, debe quedar muy claro que, si deseamos encontrar el camino hacia nuestra felicidad, debemos pedirle al Señor que nos quede «entre ceja y ceja» que el amor hacia Dios y entre nosotros, tal como nos enseñó Cristo, es el único Camino hacia ese estilo de vida.

La felicidad como un estilo de vida

¿Cómo ser felices? Felicitas

Puede parecer un poco raro plantearlo de esta manera, pero con los años de experiencia en la reflexión sobre la felicidad y mi propio estilo de vivirla, entendí que todos tenemos el derecho, naturalmente, de ser felices.

Sin embargo, lo que no muchos dicen, incluso diría yo, pocos mencionan, es que también conlleva una gran responsabilidad. Si entendemos que ser felices se trata de nuestra santidad, entonces es una vocación a la cual todos estamos convocados.

No podemos pasar la vida jugando a ser víctimas, sentados en la tribuna, esperando que los demás hagan las cosas por nosotros. Este mundo necesita que juguemos el partido como protagonistas, que busquemos transformar este mundo de muerte en una Civilización del Amor, ayudando a que los demás también sean felices como nosotros lo queremos ser.

Pero esto exige una actitud comprometida y responsable frente a los problemas que vemos a nuestro alrededor. Les hago una pregunta: ¿si no nos toca a nosotros, entonces a quién?

Por supuesto, sería iluso creer que desde Lima, que es donde vivo, puedo incidir directamente en la guerra que sucede en Palestina.

Sin embargo, puedo cambiar lo que está a mi alrededor, actuando localmente y confiando en que, como el «efecto mariposa», esos pequeños actos pueden algún día impactar realidades que ni imaginamos.

Aprender a cargar nuestras cruces

Aprender a cargar nuestras cruces - Felicitas

¡Cuántas veces nos pasamos reclamando las cruces que nos toca cargar en vez de asumir con responsabilidad los desafíos que la vida nos depara! Nuestro propio testimonio puede ser la inspiración para que otros también quieran cambiar su modo de vida.

Recuerdo siempre cómo amigos íntimos me ayudaron en situaciones muy difíciles que vivía, simplemente estando a mi lado, escuchándome un rato, corriendo junto conmigo. Atesoro en mi corazón esos momentos únicos en los que percibía el amor de Dios manifestado en esos «buenos samaritanos».

El dolor es algo que no podemos evitar, pero el modo en que lo sufrimos podemos manejarlo, aprendiendo a lidiar con él a través del trabajo de duelo que aprendemos a vivir y compartir con los demás.

Solamente cuando tenemos la valentía de mostrar que somos frágiles y vulnerables, enseñando nuestras heridas, los demás pueden sanarnos a través de su amor y cariño. Esto hace que la gratitud se convierta en nuestro estilo de vida, algo esencial para nuestra felicidad.

Entonces, ¿cuál es el camino para ser felices?

El camino para ser feliz - Felicitas

El dolor y el sufrimiento nunca tienen la última palabra en nuestras vidas. Siempre tenemos la posibilidad de convertir nuestros pequeños esfuerzos en hermosas bendiciones y descubrir así nuestro verdadero propósito en la vida.

Somos invitados por Dios a vivir el camino de la Caridad y acompañar a quienes sufren en vidas solitarias, desesperantes y tristes. Hagamos que nuestra manera de cargar la cruz, de la mano de Jesús, sea nuestro Camino hacia el Cielo y ayudemos a otras personas a descubrir también ese llamado hermoso a vivir la alegría cristiana.

Una alegría que se encuentra en la Vida que Jesucristo nos regala a través de su obra maestra: su Pasión, muerte y Resurrección.

Para finalizar, te dejo unas para que sigas reflexionando en este tema:

«El que ha alcanzado una gran alegría ya no puede ser dominado por la tristeza, porque ha sido elevado sobre todas las cosas terrenas.» (San Francisco de Asís)

«Un santo triste es un triste santo. La alegría es el mejor testimonio de la gracia de Dios en el alma.» (Santa Teresa de Jesús)

«Sed buenos, si podéis, y alegres, siempre. La verdadera alegría nace de la paz interior.» (San Felipe Neri)

«La alegría es la mejor promesa de la santidad. Sed alegres y dejad que el corazón cante.» (San Juan Bosco)

«La alegría nos da alas. En la alegría volamos más alto que en cualquier otro estado.» (San Francisco de Sales)

«La alegría es una red de amor con la que puedes atrapar almas.» (Santa Teresa de Calcuta)

«La alegría del amor de Dios, la verdadera alegría, nunca puede ser quitada. Siempre permanece, incluso en medio del sufrimiento.» (San Agustín)

«Dale a Dios lo mejor de ti con una sonrisa. La alegría en el servicio es lo que da más gloria a Dios.» (San Ignacio de Loyola)

«La alegría no se encuentra en las cosas que poseemos, sino en el corazón que ama.» (Santa Teresa de Lisieux)

«La verdadera alegría es la que viene del encuentro con Jesús, el Salvador, que permanece siempre con nosotros.» (San Juan Pablo II)

Por: Pablo Perazzo (Catholic-Link)