La belleza de la maternidad, en mi experiencia, ha sido un descubrimiento gigante. Mi mayor regalo. Admito que jamás me vi como la madre que soy hoy en día. Mis anhelos y proyecciones iban por otro lado…siempre más enfocada en mi desarrollo personal y profesional. Pero hoy día puedo decir que descubrí la belleza que hay en la maternidad.

Dios nos muestra la belleza de ser madre

Debo confesar, que el tener un encuentro con Dios me cambió del todo esa mirada, dándome el sentido de mi verdadera vocación. Es verdad que siempre desee ser mamá, nunca como lo soy ahora, no me imaginé el plan que Dios tenía para mí. Es más, dejarse iluminar por su Gracia me permite valorar la auténtica belleza de la maternidad.

La maternidad, un don divino, es un viaje de amor incondicional, sacrificio y esperanza. Si bien ha venido acompañada de grandes renuncias, las mismas han sido recompensadas con creces.

El mundo actual pospone y no valora la maternidad

Hoy, como mamá de 5, puedo afirmar que no ha existido en mi vida reto más grande. Cada hijo es un mundo por descubrir y cuando piensas que ya lo tienes dominado se presenta un nuevo desafío.

Miro con tristeza como la maternidad está vista de menos, la gente joven la pospone lo más posible y la ve como un obstáculo en la realización de sus sueños. No los juzgo, yo era una de las que pensaban así, sin embargo, ahora con conocimiento de causa, puedo afirmar que es todo lo contrario.

Todos estamos llamados por Dios a una vocación

Como padres tenemos un reto gigante con nuestros hijos en que esta forma de pensar cambie. Así como educamos a nuestros hijos enfocados en el éxito profesional, se debería poner énfasis en el amor a Dios y en el estar abierto a su voluntad con respecto a la vocación al matrimonio y a la familia.

En un mundo lleno de desafíos y distracciones, como madres católicas, nuestros deseos para nuestros hijos son aún más profundos y arraigados en la fe. Anhelamos que encuentren la luz de la verdad en medio de la oscuridad, que abracen la fe con valentía y que sigan el camino de Cristo con humildad y amor. Y que mejor lugar para hacer esto que en medio de la familia.

Somos peregrinos que anhelamos el Cielo

Nuestros deseos para nuestros hijos van más allá de los éxitos terrenales y las metas mundanas. Si bien deseamos que prosperen en sus estudios, carreras y relaciones, nuestro mayor anhelo es que encuentren la verdadera felicidad y realización en Dios. Anhelamos que sus corazones estén llenos de compasión, sus mentes sean guiadas por la sabiduría divina y sus acciones reflejen el amor de Cristo en el mundo. En síntesis, que vivan con los pies en la tierra, pero con el corazón en el cielo.

Ana María Larrea
IG: unamamamalabarista