A mi esposo no le gustaba el 14 de febrero. El primer san Valentín que pasamos juntos fue toda una desilusión para ambos, yo esperaba un regalo y él esperaba que fuera una chica cool que no cayera en ese tipo de engaños comerciales.
Hemos pasado catorce “14 de febrero” juntos y con los años esta fecha ha ido cambiando de significado para nosotros. No es que hayamos encontrado un punto medio, ni tampoco que ambos hayamos cedido. Creo que lo que hemos experimentado en este tiempo, sin temor a equivocarme, ha sido el amor mismo. No contentarnos con la mediocre versión de amor que nos presentan las redes, medios de comunicación y canales de cable.
El mundo ofrece un amor romanticón
¿Qué hay detrás de esa explosión de corazones rojos que inunda la ciudad? Todas esas ofertas de experiencias, hoteles, cenas a la luz de las velas, ropa interior sugerente, ¿nos estarán diciendo algo más que un encuentro casual?
Podríamos quedarnos en la mediocre idea de hacer lo que todo el mundo hace o tal vez mirar más profundamente y entender que, si bien hoy por hoy el 14 de febrero es una fiesta netamente comercial, encierra un deseo enorme de encuentro. Y de encuentro romántico real, amoroso. Necesitamos que nos amen y ¡cómo nos confundimos frente a esa necesidad!
Llevamos una huella del amor de Dios en nuestros corazones
¿Qué tal si celebramos el 14 de febrero prestando atención a esa huella que tenemos los seres humanos de encontrarnos el uno con el otro en una promesa de amor conyugal? Porque el amor conyugal es hermoso, es grande, es fructífero.
He descubierto cierta alegría al ver a los adolescentes esperar esta fecha con ilusión. Anhelando estar enamorados, queriendo sentirse especial para otro. Buscan con ilusión a ese alguien con quien fundirse en un abrazo seguro para siempre…
Claro, el golpe de realidad a más de uno nos despierta y más un corazón roto, decepciones y consecuencias graves nos ganamos. Es real no lo niego. Pero qué tal si, a pesar de tantas confusiones, dolores y su dosis de mercadotecnia, miramos con ojos de verdadero amor esta fecha.
¿Qué herencia nos dejó san Valentín?
Recordemos a san Valentín, que casaba a los jóvenes enamorados en secreto, y defendía a capa y espada el amor entre un hombre y una mujer. Creo que para aquellos que nos dejamos la vida construyendo una familia, que nos esforzamos en amar cada vez más y mejor (con la ayuda de Dios), es una responsabilidad celebrar esta fecha.
Tal vez, si nosotros hacemos más (y mejor) propaganda al verdadero amor, contribuiríamos a que este 14 de febrero alguien más “se juegue” por un amor comprometido y deje de lado esos “amores” efímeros que nos entristecen el alma. Debemos ser honestos. ¡No es fácil! Pero está en juego una vida llena de sentido, que trae alegría a nuestras relacione conyugales de amor.
¡Feliz San Valentín, amigos!
Autor: Silvana Ramos