El día del padre hay que celebrarlo con bombos y platillos. Y hay que celebrarlo en pareja, con la madre al lado. Porque el padre nace cuando nace la madre y viceversa. Es increíble pensar que hoy por hoy esta afirmación suene a escándalo.
Me dirán que no se necesita de una madre para ser padre (y ni qué decir al contrario), me sacarán en cara las homoparternidades y homomaternidades. Me dirán que una madre puede ser padre y madre a la vez y que lo único que necesita un niño es amor.
Complementariedad entre el padre y madre
Objetivamente vemos que la familia que va en aumento en varios países occidentales es la familia de madre sin padre. Aún así puedo afirmar, sin miedo, que el padre es insustituíble, un padre como tal y no un hombre que para ser considerado bueno o positivo tenga que imitar o mimetizarse con la imagen de la madre.
No da lo mismo un padre que una madre. Cada uno tiene una función importantísima en la vida de sus hijos. Entender esta afirmación no es poca cosa. Pareciera que fuera evidente, pero en nuestros días, hasta lo evidente se cuestiona.
Nos rebelamos frente a unos roles “impuestos” por la cultura y la sociedad sin darnos el espacio suficiente para reflexionar y valorar con objetividad, seriedad y sentido la importancia enorme que tiene la figura de un padre en la familia.
El rol de la paternidad en la cultura actual
La paternidad es un don invaluable para la humanidad. En las últimas décadas del siglo pasado y durante el inicio de estos veintitantos años del presente siglo hemos centrado la reflexión en la mujer, y eso es comprensible. Es innegable que esta reflexión ha traído cambios positivos y que aún hay un camino hermoso por recorrer. Pero como en todo lo humano, nuestras reflexiones y acciones no están exentas de sombra y error. En el camino de revalorizar a la mujer no solo nos hemos traido abajo la imagen del padre, y con él la masculinidad en su conjunto, sino que hemos olvidado toda la bondad y valor de su presencia en la vida de la sociedad, ni que decir de las familias.
Cuando la paternidad falla, las civilizaciones caen, “la sociedad actual está prescindiendo del padre” (María Calvo). Hoy podemos rápidamente evidenciar la veracidad de esta afirmación, la falta del padre (tanto física como emocional) está en la base de la gran mayoría de problemas sociales (fracaso escolar, abandono de estudios, embarazo adolescente, problemas delictivos, adicciones, etc.)
El padre va dejando de ser representativo, hasta en las series de televisión se lo retrata como un incapaz o como un personaje trajicómico. Con esta disminución de la paternidad se disminuyen también los valores y virtudes que por naturaleza y cultura el padre transmite a sus hijos, a su entorno y a la sociedad en su conjunto: la defensa del más débil, autoridad positiva, valentía, independencia. Un padre enseña a sus hijos un modo distinto de amar que el de la madre, refuerza su autoestima porque constantemente lo reta porque el padre cree que su hijo puede. Un padre enseña responsabilidad con su cuerpo, su fecundidad y la consecuencia de sus actos.
Los diferentes roles que ejercen el padre y la madre
Un padre educa con su masculinidad, una masculinidad sana y bien llevada. Es cierto que la madre es el primer referente del amor incondicional, de comunidad, del amor que protege y guarda. El padre es el que comunica la autonomía y ayuda a que el hijo y la hija se independicen de la madre de una manera natural, gradual, manteniendo con ella un vínculo sano. Y qué positivo es independizarse de la madre (que de ninguna manera significa abandonarla o desentenderse de ella) para poder salir al mundo a construir nuestra propia vida de adultos.
Es real que hay una desviación y un vicio de la masculinidad que le llamamos “machismo” y que es necesario corregir y educar. Pero no por eso la masculinidad es tóxica, por el contrario, es necesaria, potente y buena para el desarrollo del ser humano. Y es una masculinidad que no se ha inventado ahora, o a la que hemos llegado luego de la revolución femenina. No, esa figura del padre ha estado presente desde nuestros orígenes y no me refiero a los orígenes cristianos, sino al origen de la civilización donde la masculinidad da nacimiento a la figura del héroe que se dejaba la vida por los suyos y al mismo tiempo podía ser tan tierno para escribir y realizar las hazañas más hermosas por amor a su mujer y a sus hijos.
Ser un buen padre para tus hijos es el mejor legado que podrías dejarle. Mucho mejor que una herencia millonaria o la educación en la mejor universidad del mundo.
¡Feliz día papás!
Que en este día del padre celebremos la belleza de la paternidad, que San José, modelo por excelencia de una paternidad hermosa interceda por nosotros para que el Espíritu Santo nos ilumine con el don de la sabiduría para poder comprender y transmitir la hermosura de ser ser padre, una hermosura que la comprendemos al ser hijos, hijos del Padre.
Autora: Mg. Silvana Ramos