Hablar de la familia se ha vuelto algo cada vez más imprescindible. La cultura actual pareciera estar empecinada en atacarla y querer destruirla a toda costa. Es triste decirlo, pero somos testigos de campañas ideológicas. Estas buscan desnaturalizar la institución secular de la familia, compuesta por un hombre y una mujer. Sin embargo, la misma tiene un valor y dignidad en que se complementan de manera extraordinaria.
El matrimonio, como sacramento, es algo instituido por Cristo. Pero la realidad conyugal y la forma tan hermosa como el hombre y la mujer han sido creados por Dios uno para el otro es algo que brota de la misma naturaleza humana.
Conscientes de ese ataque acérrimo, el proyecto Felicitas tiene como misión acompañar a las familias para que aprendan a vivir el amor cristiano. Para que puedan superar las dificultades de la vida cotidiana – que la tienen todas las relaciones conyugales. Además, para que sepan vivir la felicidad, incluso en medio a las cruces y sufrimientos que muchas veces toca vivir.
Acompañar a las familias
Para cumplir ese objetivo, Felicitas promueve una serie de programas, con contenido para las familias. Para las relaciones conyugales y la formación de los hijos. Estos están presentados por especialistas y profesionales de educación y pedagogía, así como psicólogos o estudiosos. Los mismos pueden dar consejos y herramientas desde su especialidad, siempre iluminados por la espiritualidad cristiana.
Si hay algo que caracteriza el proyecto es la síntesis entre la ciencia y la fe. Lejos de ser una contradicción, se nutren y se ayudan mutuamente. Buscan los puntos de encuentro, para tener una mirada mucho más integral de la realidad conyugal.
La formación de los hijos
Una dimensión fundamental de la realidad familiar es la formación de los hijos. Creo que es evidente para todos que estamos viviendo una crisis muy grave en la forma como los chicos están siendo formados y educados. Muchos papás creen que la educación no debe tener parámetros o límites claros, pensando que así fortaleces la libertad de los hijos, para que puedan elegir «libremente» lo que mejor deseen.
Infelizmente, nada más ajeno a la verdad. Lo que los chicos necesitan es precisamente una educación con parámetros muy claros, a fin de que sepan qué deben realmente hacer. Un niño no nace sabiendo qué o cómo debe comportarse. Por eso, si Felicitas quiere formar jóvenes que sepan que es lo bueno para sus vidas. Para ello, los padres deben ejercer una autoridad explícita. Por supuesto, con mucho amor.
Eso exige disciplina y límites claros. Un hijo que nunca escucha un «no» de parte de sus padres y que nunca es corregido cuando hace algo que está mal, no piensa que sus papás lo aman. Justamente lo contrario. Es decir: «hago lo que quiero y a mis papás no les importa». Eso es lo que realmente piensan.
¡Una gran oportunidad!
Felicitas busca que cada vez más familias puedan recibir contenido realmente valioso para una adecuada formación en valores y virtudes. Que no solo la relación conyugal florezca, sino que los hijos crezcan seguros de sí mismos, con autoestima, sabiendo qué quieren de sus vidas. Eso exige trabajo y esfuerzo.
Fuente: Catholic-Link