Descubrí que existe amor en el sufrimiento. ¿Cómo sanar un duelo y descubrir el amor en el dolor? Después de ver este video de Kodi Lee, en el que comparte el fallecimiento de su hijo Truett y la experiencia de duelo que está sufriendo, lo único que pude hacer mientras lo veía por primera vez fue llorar.
Me identifiqué profundamente con el duelo de Kodi Lee porque hace menos de una semana falleció mi tía abuela por el lado paterno. Eso me trajo muchos recuerdos recientes de la muerte de mi padre, que sufrimos mis dos hermanos y yo hace menos de 2 años.
Como dice Kodi Lee en el video, no sabes realmente qué significa la muerte de una persona muy querida – como ha sido para mí y mis hermanos la de nuestro padre – mientras no vives la experiencia del duelo en carne propia.
Es, literalmente, un valle de lágrimas. Es como si estuvieras caminando por cañadas oscuras. Lo repite varias veces Kodi Lee.
Soy muy consciente de que muchas personas que están leyendo este artículo saben muy bien de lo que hablo. No solamente porque la muerte es una realidad tan propia de nuestra vida, sino porque muchos ya lo han experimentado con algún familiar muy cercano.
Por eso quiero escribir algunas líneas, tratando de manifestar mi más sentido y profundo sentimiento por el sufrimiento profundo que significa el duelo por la muerte de un ser querido.
Necesitas confiar en alguien
La experiencia del duelo es una realidad que atraviesa el corazón con tanto dolor que no podríamos vivir, o, mejor dicho, sobrevivir, si no estamos acompañados y si no ponemos nuestra confianza en algo o alguien.
Kodi Lee deja claro que para él ha sido Dios, así como amigos y las manifestaciones de cariño a través de las redes sociales.
Somos de «carne y hueso». Aunque tengamos mucha fe en Dios, el amor y el cariño de aquellos que más nos quieren son un «colchón afectivo» que necesitamos para seguir adelante. Para tener las fuerzas para caminar por cañadas oscuras.
Personalmente, debo decir que Dios es quien nos da esa certeza de que hay algo más allá de la muerte. Que la vida no termina en un crematorio o cuando ya el cuerpo carece de vida.
Qué hermoso, además, si tienes la bendición de contar con personas – en mi caso lo han sido mis hermanos y sus familias – que te acompañan en esa situación en la que no sabes si llorar, si callar, si entretenerte con algo que te haga olvidar la pena.
Kodi Lee cuenta la experiencia que tuvo con un conocido que, poco antes de la muerte de su propio hijo, le compartió la del suyo y le dijo lo importante que es agarrarte de algo, de alguna promesa. Especialmente de una promesa divina.
Mis hermanos y yo tuvimos la bendición de vivir tres meses juntos, acompañando a nuestro padre en sus últimos días. Fue la experiencia más dura y al mismo tiempo más hermosa que hemos vivido. El amor que compartimos ahora no sería algo real sin esa experiencia de sufrimiento que vivimos juntos.
Creer en las promesas de Dios aún en medio de un duelo
Dios nunca nos prometió que no sufriríamos, pero sí que estaría con nosotros en los momentos más oscuros de la vida. Y así fue. Soy religioso consagrado hace ya 30 años y puedo decir que nunca he experimentado la eternidad, el Cielo más cerca de mi vida, que cuando mi padre falleció.
Saber que – Dios mediante, así lo creo y confío en la misericordia divina – mi padre y mi tía abuela están ahora gozando de la Gloria, me hace sentir y experimentar la realidad del Cielo y de la Vida Eterna de una manera como nunca la he experimentado. Saber que alguien que tanto amo está allá arriba, me cambió la forma como entiendo mi vida.
¿Por qué Dios permitió que sucediera algo así a Kodi Lee o a nosotros con nuestro padre? ¡No lo sé! Pero lo que sí sé es que Dios nunca nos abandona.
En los peores momentos de sufrimiento es cuando más he podido sentir y experimentar esa brisa suave del Espíritu. Esa mano tierna del Amor de Dios, que no solo lo viví en momentos de oración frente al Santísimo, sino en los abrazos que compartimos con los que amamos. En las palabras de consuelo que escuché de tantas personas que, con su cariño y cercanía, hicieron ese tramo amargo un poquito más llevadero.
Amigos que acompañan el duelo
¡Qué importante es tener una comunidad de hermanos, de amigos!
Comparto todo esto porque quiero dejar claro que es posible encontrar amor en el sufrimiento. Es más, lo que aprendí – como lo dice Kodi Lee – es que, precisamente, en el sufrimiento es cuando más te sientes acompañado, si tan solo dejas que el Amor de Dios y los demás entren en tu corazón.
¡No es fácil! Pero tienes que «tocar» esa herida que llevas en tu corazón. Es como una llaga que no para de sangrar, mientras no la sanes con amor.
Reaprender a vivir. Cada uno sufre de una manera distinta. Cada uno experimenta el dolor a su modo. Pero sea como sea, debemos aprender a vivir una «nueva vida».
La persona que falleció deja un vacío muy grande. Es una persona con la que ya no vas a poder sentarte a almorzar, salir a jugar, ver una película juntos o simplemente sentarte en silencio a ver televisión. Parece broma, pero esas cosas más sencillas de la vida son las que más te cuestan dejar de vivir cuando esa persona ya no está.
Creemos, como buenos cristianos, que sigue viva, pero de otra manera. Sin embargo, ya no está físicamente a nuestro lado «aquí abajo», eso cuesta. Y cuesta mucho. Tienes que aprender a vivir, en ese sentido, una «nueva vida». También debes aprender a relacionarte con tu ser querido fallecido de otra manera. De una manera espiritual.
Te duele… sufres
Pero las cosas cambian cuando empiezas a aceptar la realidad y descubres que, por detrás de ese dolor, lo que hay es amor. Y, justamente por eso, es por lo que te duele. Lo raro sería que no sientas dolor. Cuando empiezas a vivir nuevamente ese amor, de otra manera, las cosas van cambiando. No es fácil, debo decirlo, pero es parte del proceso.
Para no extenderme mucho más, simplemente quiero decir que, como cristianos, tenemos la esperanza que se fundamenta en nuestra fe en el Misterio Pascual del Señor Jesús. Como nos dice san Pablo en su primera carta a los Corintios, capítulo 15, 14: la Resurrección de Cristo es la causa y motivo de nuestra esperanza.
La fe en ese hecho histórico, testimoniado por los apóstoles, así como muchas otras personas, nos da la esperanza de que así como morimos en Cristo también resucitamos con Él para la Vida Eterna.
Fuente: Catholic-Link